Bienvenidos a El Propio MTB


¡Bienvenidos! El Propio MTB es un rincón para gente amante de la aventura y los bellos paisajes. El blog nace con la idea de compartiles y mostrar nuestra bella Colombia desde la bicicleta. Aquí econtraran el mundo de las bicicletas de montaña con relatos de nuestras salidas, artículos descabellados sobre la bicicleta, apreciaciones sobre productos y links de interés.

Que lo disfruten!

martes, 19 de junio de 2012

DOS,CUATRO, SEIS... OCHO


Hoy, si vamos a llegar a la cima. Está decidido y vamos preparados. No importa el clima, no importa el cansancio, no importa el tiempo, no importa la noche… Es un nuevo sendero (si bien todavía el vocabulario de los caminos no está definido, eso es tema para todo un nuevo artículo) que descubrimos la semana anterior y no lo pudimos coronar, pero hoy si llegaremos.

Linterna, comida, chocorramo (el chocorramo del ciclista es algo especial, es como un amigo que nos reconforta en esos momentos de hambre y dolor por eso debe considerarse distinto a la comida), chaqueta, mas comida, mucha agua, muchas ganas, neumáticos y demás piezas pal desvare, herramienta y el primo (pariente cercano que se utiliza para mejorar la experiencia de montar en bicicleta). Todo está, vengase a nosotros la trocha. Y salimos…

Llegados al punto de inicio: llueve, no hace más de diez grados y se impone un poco de mecánica. Una hora después, ya húmedos, arrancamos a pedalear. Seguimos el tramo que hemos estado explorando en las últimas salidas, subimos por Uuuf y bajamos por Uuuf… ese sendero siempre da una sensación placentera, de ahí su nombre… Uuuf que rico! Bajando por un pequeño peñasco, por un sendero paralelo a la cima después de una subida técnica con mucho barro… La gente higiénica, debe abstenerse de transitar por ahí.  Una vez disfrutados los orgasmos sentidos en Uuuf atacamos la siguiente cuesta.. que va hasta la cima. Eso sube, sube y sube y llueve llueve y llueve. Todavía vamos calientes bajo nuestros impermeables pero muy húmedos… La cuesta empieza con una destapada, sigue con medio kilometro de potrero empantanado… ahí, la progresión se hace lenta y pesada, el corazón se acelera pues ya vamos a tres mil metros de altura. Se acaba el potrero, la vegetación boscosa de montaña domina el paisaje y de ahí en adelante por las próximas dos horas toca empujar la bicicleta cuesta arriba por un pequeño sendero empantanado que en un día de lluvia como el de hoy más que un sendero parece un pequeño riachuelo.  A cada paso se renueva el agua tibia que inunda nuestros zapatos por agua helada bajada del paramo… nos enfriamos. La temperatura debe estar cerca de los cinco grados, nosotros seguimos subiendo y no para de llover… en estos momentos uno se pregunta porque hago esto, y porque es tan agradable? Soy un masoquista! La respuesta es la bajada, mi compañero y esa exquisita sensación de llegar a mi casa.

A la hora de empujar cuesta arriba por un sendero casi impracticable nos detenemos a degustar nuestra lata de atún con galletas el todo envuelto en un romántico velo de agua, pues todavía llueve, casi no sentimos las manos y la montaña está tapada de neblina. Y estamos ahí concentrados en nuestro banquete cuando de pronto “ploc ploc ploc… y ploc” es el sonido de un animal cayendo sobre el piso… miro asustado por encima del hombro de mi primo sin saber que voy a ver… tres pastores alemanes gigantes, mas parecen bolas de pelos con patas y se les suma un cuarto… amigables? Ya están encima nuestro y estamos un poco nerviosos… por no decir que nos cagamos del susto con esa aparición en el medio de la nada… son amigables afortunadamente y solo quieren un poco de atún con galletas… que nos les vamos a compartir. Terminada la cena después del postre: chocorramo, seguimos empujando sendero arriba… salimos al paramo: hace mucho mucho frio y llueve… de pronto el sendero se acaba y toca caminar sobre las esponjas llenas de agua. Ya no tiene sentido seguir cargando la bici porque no podremos bajar montados por ahí. Asi que las dejamos en un punto donde nos es fácil ubicarlas y seguimos la lenta progresión a pie. A cada paso nos undimos entre la vegetación y cuando nos volteamos vemos las orejitas de los perros que nos siguen: dos, cuatro, seis… faltan dos, hay un perro más independiente que no nos sigue. Seguimos subiendo y cada cierto tiempo revisamos si los perros siguen con nosotros: Dos Cuatro Seis… Ocho, están completos. Listo lo tenemos: esa trocha se llamara desde ese día Dos Cuatro Seis.

Finalmente decidimos abandonar. Sentimos que no vamos para ningún lado, estamos mojados hasta los huesos, hace un frio verraco y debajo de nosotros se estremece la tierra. Al parecer hay un riachuelo subterráneo que hace vibrar el ambiente y produce un sonido ensordecedor. Como las turbinas de un avión. Así que decidimos aceptar ese regalo de la montaña y proclamar nuestra derrota frente a la cima. De todas formas ya sabemos que ese sendero se pierde en el paramo, no va a ningún lado y a partir de cierto punto no se puede montar. Nos vamos satisfechos. Listos para degustar el descenso entre barro y agua. Que estuvo muy denso pues nos quedábamos enterrados cada tres metros y varias veces estuvimos a punto de volar por encima de los timones. Ya una vez en el potrero el regreso al carro solo era cuestión de paciencia pues todavía quedaban un par de horas de pedaleo. En total la vuelta fue de seis horas, de mucha agua y mucho frio pero deliciosa. La montaña nos obsequio un delicioso descenso, un rio subterráneo y el regalo más impresionante descubierto la semana anterior: una intimidante cascada de más de veinte metros de aguas rojisas que se perdía entre un bosque alláaaa abajo del peñasco… y unos metros riachuelo arriba un pequeño pozo, con su pequeña cascada de aguas rojisas y heladas, como para no bañarse ahí!

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